Las obras ferroviarias realizadas en los alrededores de Fuentes (Cuenca) en 2007 no sólo concluyeron con la línea de alta velocidad uniendo Madrid y Levante, también con el hallazgo de “Lo Hueco”, un yacimiento paleontológico excepcional en el que se recogieron miles de restos de vertebrados del Cretácico Superior (unos 70 millones de años). Entre estos restos destaca una gran colección de cráneos de cocodrilos cercanamente emparentados con el ancestro común de las especies que han llegado a la actualidad. Una de las especies descritas en Lo Hueco: Lohuecosuchus megadontos, se caracteriza por tener un rostro muy corto y ancho y, sobre todo, por tener unos dientes desproporcionadamente grandes.
La proximidad de parentesco de Lohuecosuchus con el supuesto antecesor común de todas las formas actuales de cocodrilos, hace que sea especialmente interesante para desentrañar las condiciones primitivas que darán lugar a los únicos supervivientes del linaje hermano del de los dinosaurios.
El cráneo de estos cocodrilos ha sido analizado mediante tomografía computarizada por miembros del Grupo de Biología Evolutiva de la UNED con la intención de reconstruir tridimensionalmente las cavidades que alojaban algunos órganos, como el cerebro, los sistemas auditivos o las vías respiratorias de este animal.
En un estudio recientemente publicado en la revista científica Cretaceous Research se comparan las cavidades craneanas de Lohuecosuchus con las de las especies actuales de cocodrilos. En la reconstrucción tridimensional se observa que muchas de las características propias de las especies actuales de cocodrilos, como un encéfalo prácticamente recto y de gran tamaño y unas cavidades timpánicas que ocupan gran parte del basicráneo, ya estaban presentes en sus parientes de hace 70 millones de años, lo que indica que pueden ser importantes en la radiación inicial de los cocodrilos modernos.
Este estudio también se han analizado las regiones que albergaron los receptores sensoriales de estos cocodrilos con el objeto de evaluar sus capacidades neurosensoriales y cognitivas. De este modo, se ha observado que la agudeza visual y olfativa del Lohuecosuchus es intermedia entre la de los caimanes y aligátores de Florida y la de los cocodrilos en sentido estricto. Un carácter distintivo es que, aunque todos los cocodrilos actuales están especializadas en la audición de sonidos de baja frecuencia, esta condición está aún más acentuada en las formas del Cretácico de Cuenca.
Este trabajo se enmarca en un proyecto más amplio para el análisis de la neuroanatomía de los organismos que habitaron la península ibérica a finales del Cretácico que cuenta con financiación de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha y del Ministerio de Ministerio de Economía, Industria y Competitividad y en el que ha participado investigadores del Grupo de Biología Evolutiva de la UNED, ARAID-Fundación Conjunto Paleontológico Teruel-Dinópolis y la School of Geography, Earth and Environmental Sciences de la Universidad de Birmingham.