Unidad de Cultura Científica: ¿Qué fenómenos se están investigando desde el Centro de Estudios de Migraciones y Exilios de la UNED?
Alicia Alted: El CEME se creó en el 2010, vinculado al Vicerrectorado de Relaciones Internacionales de la UNED, con tres objetivos fundamentales. Por una parte la recuperación de archivos y documentación relacionada con el tema migratorio en un sentido amplio. En segundo lugar está la investigación, apoyamos la actividad investigadora de Grupos de investigación, de hecho el Centro tiene adscrito un grupo consolidado de investigación sobre Migraciones y exilios en el mundo contemporáneo. En tercer lugar está la labor de difusión, divulgación y concienciación sobre la importancia de los movimientos migratorios. En este ámbito de la divulgación, uno de los aspectos más interesantes es el “Certamen Internacional de Cine Documental sobre Migraciones y Exilio” (CEME DOC), que celebramos en ciudad de México, en 2018 tuvo lugar la V edición y cada vez tiene mayor relevancia internacional. El CEME tiene dos sedes, una en Madrid en el Archivo General de la UNED, y otra en el Centro de la UNED de Ciudad de México. Cuenta con un Patronato honorífico presidido por el Rector de la UNED y una Junta Directiva.
¿Qué motivos subyacen a los distintos desplazamientos de la población?
La historia de la humanidad está vinculada a los desplazamientos de población ante la necesidad del ser humano de una búsqueda de mejores condiciones de vida. Pero también las situaciones de conflicto bélico, las persecuciones por motivos políticos, étnicos o religiosos, el hambre, la pobreza, la miseria, las catástrofes naturales…, expulsan a las personas de sus lugares de residencia y los inducen a buscar otros lugares donde poder vivir mejor. En la actualidad estamos viendo también cómo el cambio climático produce un nuevo tipo de migrante que se ve desplazado de manera forzosa de su lugar de residencia.
¿Cómo ha cambiado el fenómeno migratorio en los últimos años?
Desde principios de este siglo XXI están teniendo lugar cambios muy profundos en este ámbito. Tenemos que pensar que es un fenómeno que se está desarrollando en un mundo globalizado e interconectado. Aunque el número de migrantes es pequeño en relación con la población mundial, es muy significativo y es el más alto a lo largo de la Historia. Los últimos datos, correspondientes al año 2017, cifran en torno a 258 millones los migrantes que se han desplazado por distintos motivos. De ellos, 125 millones son mujeres y 36 millones, niños. Si bien el mayor volumen corresponde a los trabajadores y aquellos que se desplazan debido a catástrofes naturales, al hambre, a la pobreza o al cambio climático (sobre todo en la zona del Sahel), 68 millones son personas desplazadas por la fuerza. Aquí hay que distinguir los 40 millones de desplazados internos en países como Colombia, Siria, República Democrática del Congo, Irak o Afganistán, de los 25 millones y medio de refugiados en otros países o en los márgenes fronterizos de sus propios países. De estos sólo 3 millones solicitaron asilo. Como se ve, la situación es grave sobre todo en países como Palestina, Siria, Afganistán, Sudán del Sur, Myanmar o Somalia; con conflictos enquistados en muchos casos y de difícil solución.
Hoy en día se está produciendo un cambio no sólo en el modelo migratorio sino también en el perfil. Por ejemplo, la feminización tiene una gran importancia, hemos mencionado las cifras de 125 millones en 2017 y son muy relevantes, y esto lo vemos sobre todo en América Latina, donde las mujeres son las primeras que emigran y establecen las cadenas con el efecto llamada. Como puede verse en el caso de América Latina y también de África, también es importante el fenómeno de los menores, que están llegando sin familias y que realmente no se sabe muy bien qué hacer con ellos. Lo más significativo es precisamente ese aumento migratorio en un mundo muy cambiante donde las redes están introduciendo modificaciones importantes en comportamientos e incluso en las formas de migrar.
¿Qué relación existe entre migración y crisis social?
La relación se produce en una doble dirección. Cuando en un país no se dan unas condiciones de seguridad, de bienestar y hay grandes bolsas de pobreza; se engendra inseguridad y situaciones de crisis, y eso lleva a que las personas se vean impelidas a abandonar estos lugares y a buscar otros sitios donde poder vivir mejor. Pero también se da el fenómeno inverso, y eso lo estamos viendo hoy en día. Cuando en los países que acogen a esos migrantes existe una situación de inestabilidad económica, social o política, entonces su llegada provoca situaciones de rechazo o xenofobia. La crisis económica ha llevado al rechazo al inmigrante precisamente porque se piensa que va a quitar puestos de trabajo. También el fenómeno terrorista ha provocado el rechazo en determinados países de Europa al inmigrante que proviene del norte de África o de Oriente Próximo, donde hay países donde se viven situaciones muy conflictivas con gobiernos débiles y corruptos que provocan una gran inestabilidad. Por tanto, la crisis social va unida tanto a la situación en el país de origen, que expulsa a las personas, como a las condiciones en las que se encuentran los países a los que se dirige el migrante.
¿Cuál es el papel de la ayuda humanitaria?
Si la ayuda humanitaria no existiera, las situaciones a la que se enfrentarían estas personas serían mucho peores. Cuando la ayuda humanitaria, tal y como la conocemos hoy en día, comenzó a tomar forma a mediados del siglo XIX, iba vinculada a los conflictos bélicos y estaba orientada únicamente a ayudar a los militares. No es hasta más tarde que va tomando forma la necesidad de que las poblaciones civiles tienen que tener también esa ayuda humanitaria. La ayuda humanitaria tiende a paliar las condiciones de desamparo en las cuales se encuentran las personas que migran de una manera forzosa y en unas condiciones de inseguridad y peligro para sus vidas. Estas personas necesitan que sus necesidades más básicas sean cubiertas para poder sobrevivir. Para el tipo de migración que estamos viviendo hoy en día, la ayuda humanitaria de emergencia es vital para poder seguir adelante.
En el caso de España, ¿qué tipo de migraciones han existido?
Durante la época contemporánea, España ha sido siempre un país de emigración. Sobre todo desde las últimas décadas del siglo XIX, la época de las grandes migraciones transoceánicas, España siempre estuvo presente en ese proceso migratorio como país expulsor de población. Personas de distintas regiones del país se dirigían a América para buscar mejores condiciones de vida, sobre todo a Argentina, Cuba o Brasil, países necesitados de población. Una parte pequeña lo lograban (los indianos), pero otra parte no terminaban de salir adelante o fracasaban. De manera paralela hubo otra emigración, en muchos casos con un carácter estacional, que se dirigía al norte de África y a Francia. Era una migración de gente poco cualificada orientada hacia la agricultura, la minería, la ganadería o la industria. Tras la Segunda Guerra Mundial hubo también otro tipo de migración económica a Europa, en los años del milagro económico, hasta que en los años noventa cambió el ciclo económico y España se convirtió en un país de inmigración.
¿Cómo se documenta el exilio republicano español?
Como he dicho, España fue un país de emigración económica a lo largo de toda la época contemporánea hasta los años noventa, pero también España ha sido un país de emigración política. El momento álgido de esa emigración política fue el exilio que se produjo como consecuencia de la Guerra Civil, que llevó a cerca de medio millón de personas en un lapso de tiempo muy breve, finales de enero y principios de febrero de 1939, a cruzar la frontera con Francia en unas situaciones muy duras. Una gran parte de esas personas retornaron a lo largo de ese año. Varios miles fueron a países del norte de África, a otros países de Europa o bien a América, en especial a México. Fue un exilio muy enriquecedor desde el punto de vista docente, intelectual, artístico o científico que, con el correr de los años, hizo grandes aportaciones a los países de acogida.
Control de frontera, muros para contener la emigración. ¿Qué opinión le merece determinadas prácticas que se están observando hoy en día?
Es muy difícil poner fronteras al hambre, a la pobreza o a situaciones de violaciones de los Derechos Humanos. Los países más ricos de Europa y Estados Unidos sobre todo intentan poner frenos, pero a lo largo de la historia hemos visto que las barreras abocan al fracaso. Se calcula que en menos de 25 años la población en África se va a duplicar y más del 60% serán menores de 25 años. Es imposible contenerlos con muros o vallas, sino que hay que crear unas condiciones de desarrollo y de bienestar en los países donde viven estas personas, que les proporcionen un futuro. Entonces no se verán obligados a emigrar de manera forzada, aunque siempre existirá la movilidad entre países y regiones porque es algo inherente a la naturaleza humana.
Desde los países desarrollados se debe ayudar para que las personas no se vean impelidas a abandonar sus hogares. Se deben crear unas condiciones que eviten el tráfico ilegal de personas que estamos viendo, como si fueran una auténtica mercancía, y que va en contra de la dignidad humana. En El Salvador, Guatemala, Honduras o Nicaragua, se están dando situaciones de violencia muy graves. A las familias que quieren alcanzar Estados Unidos cruzando México, no se les va a poder contener con un muro por muy alto que se construya, es preciso buscar otras soluciones. Hay que entender que el ser humano migra por necesidad, pero también por su propia naturaleza, las migraciones son necesarias y el contacto con el otro verdaderamente nos enriquece.