Cuando los ‘michelines’ del cerebro no nos dejan aprender

“El aceite de palma en la dieta produce efectos nocivos en los procesos de aprendizaje y memoria”, afirma contundente Ana Belén Sanz Martos, profesora de Psicobiología de la UNED. “Estos efectos pueden observarse incluso a las dos horas de haberse producido la ingesta, sobre todo en adolescentes masculinos”, continúa la experta y ponente del Psicobio-coffe de hoy, quien aclara inmediatamente: “¡Ojo! que estamos hablando en todo caso de ratas y ratones, no de personas”. Efectivamente, se trata de ciencia básica, pero la extrapolación a los seres humanos no es descabellada. “Nosotras empezamos a estudiar la relación entre la alimentación y los procesos de aprendizaje y memoria hace más de una década”, aclara Nuria del Olmo, directora de tesis de Sanz y miembro del grupo de investigación Psicobiología del aprendizaje y la memoria, al que pertenecen ambas.  “Y lo hicimos precisamente porque observamos que en algunas investigaciones se relacionaban determinados problemas de aprendizaje en niños con problemas de obesidad”.


Las conclusiones cialis en las palmas a las que han llegado son, por tanto, fruto del trabajo de muchos años, relata Del Olmo: “nosotros hemos estudiado los procesos de aprendizaje en ratones desde muchos puntos de vista; hemos realizado, por ejemplo, estudios conductuales para ver si los animales son capaces de aprender o no y ha sido precisamente en estos estudios en los que hemos comprobado que este tipo de dietas los perjudican, pues dejan de realizar algunas tareas aprendidas, como recorrer distintos tipos de laberinto”.

Además de estudiar las diferencias conductuales observadas tras la ingesta de dietas ricas en ácidos grasos de cadena larga, en concreto con aceite de palma, “hemos estudiado las bases moleculares subyacentes a estos cambios, tales como la plasticidad sináptica, la expresión génica y los cambios morfológicos, demostrando que los cambios de conducta responden a un déficit en la plasticidad sináptica de las neuronas, es decir, en la capacidad que tienen las neuronas de cambiar la forma de comunicarse entre ellas”, explica Sanz Martos. “Todo ello se produce en el hipocampo, de tal forma que esta zona del cerebro pierde plasticidad y, en definitiva, capacidad de aprendizaje”.

Nuria del Olmo

Ana Belén Sanz

Así, estableciendo una hipotética relación directa con adolescentes humanos, “sería como si un adolescente desayuna un atracón de bollos ultraprocesados antes de ir al colegio y tiene que hacer un examen. Sin duda tendría muchas más dificultades para desarrollarlo con éxito que si hubiese tomado un desayuno saludable que incluyera, además de fruta, proteína e hidratos de carbono con fibra y lácteos como leche de vaca entera y mantequilla”.

La buena noticia

¿Por qué lácteos? Aquí es donde encontramos la buena noticia, pues de la misma forma que hay alimentos nocivos para el aprendizaje, hay otros que pueden neutralizar esos efectos. “Hemos descubierto que los ácidos grasos de cadena corta, como el ácido butírico, pueden proponerse como tratamiento para determinadas patologías del sistema nervioso central”, desarrolla Ana Belén Sanz. “Nuestro grupo de investigación ha demostrado que la tributirina, un profármaco del ácido butírico, revierte los déficits en la memoria espacial y modula la plasticidad sináptica del hipocampo. En nuestros ratones, esto se traduce en la recuperación de la capacidad de realizar los distintos laberintos aprendidos”. Y, efectivamente, “todos los productos lácteos tienen ácido butírico, que es especialmente abundante en la leche de vaca, mantequilla, queso de cabra, queso parmesano y leche materna”.

Además, nuestro intestino es capaz de producir ácido butírico a través de la “fermentación intestinal de la fibra dietética, por lo que la ingesta de frutas y verduras favorecería su producción” y, en caso de que no fuera suficiente o en casos de patologías, se propone el tratamiento con tributirina, precursora del ácido butírico y disponible en el mercado en aceites y en píldoras.

Sobre todos estos aspectos ha versado el Psicobio-coffee del mes de junio, celebrado hoy en la Facultad de Psicología de la UNED bajo el título de La tributirina, cuando la memoria falla: efectos beneficiosos de los ácidos grasos de cadena corta sobre el aprendizaje y la memoria. En la charla, la profesora Sanz ha expuesto los resultados del estudio La tributirina revierte el efecto nocivo de las grasas saturadas sobre la memoria de trabajo y la plasticidad sináptica en ratones jóvenes: efectos diferenciales en machos y hembras. En esta cuestión, así como en la importancia de una dieta saludable en nuestra salud mental en general, se profundizará durante el Curso de Verano Menú para la función cerebral (cómo los alimentos pueden mejorar o empeorar el funcionamiento del cerebro), dirigido por Nuria del Olmo y que se celebrará en Pontevedra del 15 al 17 de julio de 2024.

Unidad de Cultura Científica-UNED