[vc_row][vc_column][vc_column_text]En el siglo XVII, los miembros de la Corte lucían sus mejores galas en los bailes y recepciones organizados por la nobleza o la realeza. Era habitual que las mujeres se vistieran con sofisticados corpiños que estilizaban su figura y ponían de manifiesto el elevado estamento social al que pertenecían. A una de estas damas pertenece el corpiño analizado por investigadores de la UNED, y expuesto en el Museo del Traje.
“La gran riqueza del jubón y su confección indican que se trata de una prenda perteneciente a alguna dama de las cortes europeas del siglo XVII”, explica Antonio Hernanz, investigador del departamento de Ciencias y Técnicas Fisicoquímicas de la UNED y autor principal del trabajo, publicado en el libro Analytical Archaeometry, que edita la Royal Society of Chemistry.
En la investigación participan también científicos del departamento de Física Matemática y de Fluidos de la UNED, del Museo del Traje, de la Universidad de Sídney (Australia), del Instituto Gemológico Español y de la Universidad de Bradford (Reino Unido).
El corpiño, datado en el año 1660 -es decir, en el Barroco-, está formado por 28 piezas de ricos tejidos, refuerzos de barbas de ballena y un apresto a base de almidón, que eran los materiales empleados para este tipo de prendas. “Hemos estudiado la composición de 19 pequeñas muestras de los hilos, de las telas y de una de las ‘ballenas’ de la prenda”, indica Hernanz.
Lana entre oro y plata
Con técnicas de microespectroscopía, los investigadores han descubierto que los bordados están tejidos con hilos de seda, rodeados a su vez por hilos metálicos con aleaciones de oro, plata y cobre. Esta compleja forma de tejer es típica de la época en la que se construyó la prenda, con tejidos de Gros de Tours, tafetán y damasco.
La seda es el componente que predomina, seguida del algodón y del lino, aunque también hay fibras de lana, algo fuera de lo común. “El estilo de la prenda indica que perteneció a una de las clases sociales más privilegiadas de las cortes europeas, sin embargo, hemos encontrado una pequeña muestra de lana, que se empleaba de forma frecuente por la clase trabajadora”, puntualiza el investigador.
A la luz de las velas
A los expertos también les ha sorprendido la buena conservación de la prenda, al comprobar que los hilos de seda apenas se han degradado a lo largo de los siglos. En las manchas de las zonas próximas a las axilas se ha detectado cloruro sódico procedente del sudor, puesto que estas prendas no se lavaban.
Además, también han encontrado abundantes micropartículas de carbón amorfo sobre superficies metálicas “lo que sugiere que el jubón fue usado en salones iluminados mediante velas”, precisa el investigador. La prenda también portaba restos de calcita y silicatos, componentes del polvo.
Desvelar la composición del corpiño sirve para conocer la técnica y los materiales usados en el siglo XVII y para demostrar su autenticidad. También ayuda en las labores de conservación, puesto que “una vez conocidos los materiales de la pieza, podemos proponer recomendaciones a los conservadores del museo para un adecuado mantenimiento”, concluye Hernanz.
Referencia bibliográfica
A. Hernanz et al. Analytical Archaeometry, Cap. 17. Spectroscopy of Historic Textiles: a Unique 17th Century Bodice. Howell Edwards, Peter Vandenabeele (eds.), The Royal Society of Chemistry (Londres) 2012. ISBN: 978-1-84973-162-1.
[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]
[…] fue el que nos encontramos en un rico corpiño del Barroco, que nos desveló sus secretos gracias a técnicas químicas. De las mujeres del siglo XVII pasamos a las del XXI, que experimentan mayores niveles de empatía […]