Tecnología puntera al servicio de la ciencia que estudia el pasado remoto

Para estudiar el paleoecosistema de Lo Hueco, el Grupo de Biología Evolutiva de la UNED empleará, entre otras tecnologías, el escaneo, el modelado 3D y el análisis de las estructuras generadas.

Ctscan de un cocodrilo de Lo Hueco | Grupo de Biología Evolutiva UNED

Como todos sabemos, durante la era mesozoica a los humanos todavía nos quedaban bastantes millones de años para dar nuestros primeros pasos. Quienes sí que daban los suyos en aquel periodo eran los dinosaurios. Pero claro, esta falta de coincidencia espacio-temporal impidió al ser humano, curioso y científico por naturaleza, estudiarlos del mismo modo que ha hecho durante su presencia en el mundo con el resto de los animales. Podría pensarse que, una vez perdida esta oportunidad, estando cada vez más lejos en el tiempo de la era de los dinosaurios, cada vez nos resultase más difícil obtener información sobre cómo vivieron aquellas criaturas. Pero nada más lejos de la realidad.

El desarrollo de la tecnología está permitiendo a la ciencia utilizar cada vez técnicas más complejas que nos proporcionan más conocimientos en cualquiera de los campos de la ciencia, incluida la paleontología. Así, pese a que cada vez nos queden más lejos en el tiempo, cada día somos capaces de extraer más información de los yacimientos de dinosaurios. No tiene por qué extrañarnos mucho, así ha sido desde hace milenios cuando se encontraron por primera vez fósiles de dinosaurios por parte de humanos. Durante casi todo el tiempo que ha pasado desde entonces hasta ahora, estos fósiles desconcertaban al hombre, que no sabía qué podían ser. Con el tiempo, hace ya pocos siglos, se empezaron a identificar como los restos óseos de animales que ya no habitaban el mundo. Y así, poco a poco se empezó a conocer más sobre estos seres: Que eran similares a los actuales reptiles, que realmente se trataba de cientos de especies distintas, que vivieron en épocas diferentes durante un enorme margen de tiempo… y así llegamos a la actualidad, donde pese a tener muchísimas respuestas, aún son más las preguntas sin contestar sobre las criaturas que más excitan la imaginación de la humanidad.

Y es en esta actualidad en la que el trabajo realizado por Francisco Ortega y su grupo de investigación de la UNED cobra una gran importancia. Su proyecto, que se está desarrollando ahora bajo el amparo del Plan Nacional de Investigación, y que se publicará en 2018 con el título de Nuevos conceptos y herramientas de análisis para el estudio del paleoecosistema de Lo Hueco, utilizará algunas de las más modernas tecnologías, como el escaneo, el modelado 3D y el análisis de las estructuras generadas.

El estudio, como indica su nombre, se está haciendo en el yacimiento paleontológico de Lo Hueco, situado en el término municipal de Fuentes, en la provincia de Cuenca, en el que se pueden encontrar especies atribuibles al Cretácico Superior, tanto de plantas, moluscos, peces, tortugas, cocodrilos o dinosaurios. Este lugar fue descubierto en 2007 durante las obras del AVE entre Madrid y Valencia, y de él se recuperaron, contrarreloj, unos 8000 fósiles antes de que terminaran las obras y fuera imposible continuar. Pese a ello, la cantidad de material extraído es tan grande que hasta el momento no se ha podido estudiar a fondo ni la mitad, y sin embargo ya se puede decir que es un lugar extraordinario, pues es el único en Europa donde se han encontrado ejemplares de saurópodos titanosaurios, especímenes gigantes del Cretácico, que ha conducido al nombramiento de una especie nueva, el Lohuecotitan pandafilandi, perteneciente también a un género nuevo conocido como Lohuecotitan (en honor al yacimiento) dentro del cual los investigadores de la UNED sospechan que podrían englobar otra especie de la que tienen restos dentro de la enorme colección sobre la que siguen trabajando.

Como curiosidad, comentaremos que el nombre de la especie ya identificada se debe a un personaje del Don Quijote de Cervantes, concretamente a un gigante inventado por Dorotea al que llamó Pandafilando de la Fosca Vista, debido al tamaño del espécimen, a que se encontrase en La Mancha y a que justamente se nombrase en el 400 aniversario del fallecimiento del escritor.

Centrándonos en los objetivos de la investigación en sí, el profesor Ortega lo resume así: “Consiste en la aplicación de algunas nuevas tecnologías (sobre todo de escaneo, modelado 3D y análisis de las estructuras generadas) para la interpretación de un ecosistema con dinosaurios de finales del Cretácico”. Cabe resaltar que no sólo se estudia a los dinosaurios en sí, si no a todo el ecosistema en el que habitaron y que compartieron con otras especies que hoy podrían parecernos menos exóticas, como distintas plantas, tortugas, cocodrilos, etc.

Para la realización de este estudio, cuyos primeros resultados serán publicados a finales del año que viene, el grupo cuenta con la financiación del Ministerio de Economía y Competitividad, en el marco del Programa Estatal de Fomento de la Investigación Científica y Técnica de Excelencia.