Cómo es posible mantener un reparto corresponsable de las tareas domésticas cuando llega el primer hijo

Cuando las parejas, en las que ambos tienen un trabajo remunerado y comparten las tareas domésticas, se convierten en padres, la mayoría pasa a repartirse las tareas domésticas de forma más desigual.

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Por Teresa Jurado, profesora Titular del Dpto. de Sociología II de la UNED.
Proyecto IMPLICA

Tetsuo shimizi

Esa pregunta guía un estudio novedoso sobre el tema de la desigualdad de género en la realización de tareas domésticas. Cuando las parejas, en las que ambos tienen un trabajo remunerado y comparten las tareas domésticas, se convierten en padres, la mayoría pasa a repartirse las tareas domésticas de forma más desigual. Este fenómeno se observa en muchos países y se suele explicar por los cambios laborales y personales que conllevan la maternidad y paternidad. El presente estudio innova porque sigue a las parejas que han conseguido resistirse a esa corriente de factores que suele arrastrar a las parejas hacia una mayor especialización de la mujer en el trabajo no remunerado. Es el primer estudio español que analiza la resistencia a la especialización doméstica mediante el seguimiento de 28 parejas a lo largo de los años 2011 hasta 2013.

Se trata de la continuación de un estudio sobre los factores que favorecen el reparto no tradicional de las tareas domésticas (el hombre realizaba al menos el 40% de las tareas) en parejas bi-activas sin hijos. Este post anterior resume los factores que explican un reparto corresponsable pre-paternidad: las actitudes igualitarias de él, los iguales o mayores recursos materiales y sociales de ella y el mayor tiempo disponible de él, aunque estos factores podían compaginarse de formas diferentes. Además estas parejas tenían en común que el nivel educativo de la mujer era similar o mayor al del hombre.

Después de tener a su primera criatura, 17 parejas consiguieron mantener su reparto de tareas domésticas corresponsable cuando su primogénito/a tenía un año y medio, mientras que el resto de parejas se había tradicionalizado al pasar la madre a realizar más del 60% de las tareas domésticas. Comparando las parejas que se tradicionalizaron con las que mantuvieron un reparto corresponsable, las investigadoras encontraron cuatro condiciones que favorecen poder nadar contra corriente:

Primero, en ninguna de las parejas corresponsables las mujeres perdieron su empleo con la maternidad, aunque algunas redujeron sus jornadas y por ello sus salarios. La pérdida del empleo sí va asociada a la tradicionalización de dos parejas en este estudio.

Segundo, en las parejas que nadan contra corriente, las madres mantuvieron estándares de limpieza y orden bastante relajados o los padres siguieron con sus relativamente altos estándares.

Tercero, los padres habían mostrado una participación activa en las tareas desde hacía tiempo, es decir no eran meros ejecutores de lo que organizaban sus parejas, sino que ellos mismos tomaban la iniciativa. Esto es crucial porque las tareas de planificar y organizar aumentan considerablemente cuando hay que atender a una criatura.

Cuarto, las parejas tenían unas rutinas de trabajo corresponsable bien establecidas antes de convertirse en padres, no como otras parejas que reconocían durante el embarazo que su reparto siempre había sido un tira y afloja, donde ellas tenían que estar pendientes de que ellos no bajaran la guardia e hicieran su parte.

Referencia bibliográfica

Marta Dominguez-Folgueras, Teresa Jurado-Guerrero, Carmen Botía-Morillas. Against the Odds? Keeping a Nontraditional Division of Domestic Work After First Parenthood in Spain. Journal of Family Issues. 2017- 1-25. https://doi.org/10.1177/0192513X17729399

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