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Pitágoras era un ejemplo de cómo los sabios de la antigua Grecia dominaban todo tipo de saberes, desde la filosofía a las matemáticas. ¿Sería deseable que hoy se tendiera a esta unión entre humanidades y ciencias?
En efecto, por lo que sabemos de la vida y enseñanzas de Pitágoras de Samos –que están envueltas en un cierto halo legendario– era un sabio al que se atribuyeron desde antiguo actividades en el campo de la filosofía, la ciencia y la religión. En la Grecia arcaica no existían compartimentos estancos entre los saberes y ahí reside uno de los aspectos más singulares de un personaje como éste, al que se atribuye la fundación de un modo de vida ascético y filosófico, la introducción en occidente de la idea de la inmortalidad del alma y de la reencarnación o el descubrimiento de las escalas musicales y de la armonía numérico-musical que rige el cosmos. Pero su peripecia vital, tal y como la transmiten las distintas biografías griegas conservadas, parece la de una suerte de hombre divino y un taumaturgo fascinante que combina todas las ramas del saber. Desde muy pronto se convirtió en un símbolo del heuretés, el inventor de todo tipo de conocimientos técnicos, filosóficos o mágicos. Después, a lo largo de la historia, Pitágoras ha sido considerado un prototipo del sabio global. Hay que recordar que sirvió de modelo a diversos científicos y filósofos del Renacimiento y más allá, y que el propio Kepler se inspiró en su figura. Y sí, en cierto sentido podría simbolizar la necesidad de combinar las distintas áreas de conocimiento en un saber integral.
En la primera parte del libro analiza la figura histórica de Pitágoras. ¿Qué parte es más desconocida y sorprendente para el gran público?
Quizá su actividad mántica y política, que es la que a la que se dedica la parte central del libro y es su tesis fundamental. Se puede definir a Pitágoras como un mediador con lo divino, un intermediario entre la sociedad y los dioses, y un legislador para la comunidad humana. Se estudia su figura histórica con las pruebas disponibles, sobre todo literarias, pero también iconográficas o numismáticas. Lo hacemos también usando distintas herramientas metodológicas, no solo las de la historia antigua, la filología clásica o la historia de la filosofía, sino también, de forma transversal, acudiendo a la antropología, la sociología de la religión o a la mitología comparada. Más allá de las concepciones biográficas más típicas del filósofo como descubridor de las matemáticas, la música y la armonía de las esferas, la comparación con las figuras chamánicas de otros pueblos, con la tipología sociológica de las sectas o con otras religiones con incidencia en la sociedad y la política permite captar una visión diferente y más abarcadora de Pitágoras, que debe mucho a los estudios de antropología cultural de la antigüedad.
¿Cuál es el objetivo fundamental de su investigación?
Lo que pretende esta investigación es deslindar el Pitágoras mítico del Pitágoras histórico y centrarse en las tres facetas que a nuestro entender son demostrables: sus enseñanzas sobre la inmortalidad del alma, la fundación de una comunidad de vida conjunta bajo su liderazgo carismático y su influencia en la política de la época arcaica. Todo ello, se puede comprender desde la consideración de Pitágoras como una de esas figuras de la Grecia antigua que combinan el poder taumatúrgico y adivinatorio con el legislativo y político. Esta es quizá la propuesta más original de la primera parte del libro, mántica y política en el pitagorismo antiguo para entender los diversos perfiles de este personaje fascinante.
En la segunda parte del libro recopila una serie de biografías del sabio griego. ¿Cuál es la más valiosa?
Es difícil decirlo, pues todas ellas aportan un valor especial al conocimiento de los diversos perfiles de Pitágoras. Tenemos los testimonios más antiguos, casi siempre alusiones fragmentarias, en Jenófanes, Heráclito, Heródoto, Platón, Isócrates o Aristóteles. Las biografías más antiguas se perdieron y habría que esperar a la época romana, a Diodoro de Sicilia, para tener un recuento biográfico más o menos completo, dependiente de la historiografía y la biografía helenística. El grueso de las biografías que se presentan juntas son de época bajoimperial, entre los siglos III y IV, como la de Diógenes Laercio en sus Vidas de filósofos ilustres, la Vida de Pitágoras de Porfirio y la Vida pitagórica de Jámblico. Estos son los textos más completos, pero están contaminados por la tradición doxográfica o por los propios intereses de los biógrafos. Otros testimonios incluidos en el libro, como los llamados Versos de oro, de fecha tardía, o las breves biografías del léxico bizantino Suda y del patriarca Focio sirven para constatar el largo eco del sabio de Samos en la cultura letrada de la Edad Media, puente hacia su recepción renacentista.
¿A qué tipo de público va dirigido?
El libro está escrito en un tono cercano, divulgativo y accesible, y creo que puede valer como una introducción a la figura y las enseñanzas verosímilmente comprobables de Pitágoras. A la vez, está dotado de una completa bibliografía y de numerosas notas para especialistas, y ofrece una serie de tesis innovadoras sobre el filósofo. Por ello, me parece que puede servir a un público amplio y a la vez ser de utilidad a los expertos. La acogida de la primera edición, que ya se ha agotado, es una buena prueba de ello.
Su título, Vidas de Pitágoras, da a entender que tenía más de una, y fue elegido por escritores como Diógenes Laercio, Porfirio o Jámblico. ¿A qué se refiere?
El título tiene intencionadamente varios sentidos: por una parte, el libro recoge juntas por primera vez todas las biografías conservadas en griego antiguo de este filósofo. Pero por otra, representa bien el espíritu de este sabio inclasificable e inabarcable, con varios perfiles muy diferentes y, para muchos estudiosos, contradictorios. Además, no olvidemos que una de las enseñanzas más famosas que se le atribuye es la reencarnación de las almas, la metempsicosis. El mismo Pitágoras decía haber tenido vidas pasadas.
¿A qué tipo de investigador o personaje político se asemejaría hoy Pitágoras?
Es difícil decirlo, pues las distancias son enormes, tanto históricas como conceptuales. Quizá podría ser un investigador al que no le valiesen los límites estrictos de su disciplina, ni las convenciones del establishment académico más cerrado, sino que quisiera trascender más allá e innovar implicándose personalmente –y casi vitalmente– en sus investigaciones. Pero no creo que haya comparación posible. Igualmente ocurre con su influencia política: todo iba en un bloque en el caso de Pitágoras y la ciencia se fundía con la religión y con la política. Un personaje de estas características no sería posible –ni por otra parte deseable– en nuestras sociedades modernas.
Al haber pasado tantos siglos desde su muerte, no habrá sido fácil verificar los datos que se conocen sobre su vida, ¿no es así?
En efecto, toda su figura está envuelta en leyenda y sombras por el tiempo transcurrido, por el secretismo en torno a sus doctrinas y por el hecho de que sus enseñanzas eran orales. Ya desde su muerte nació su leyenda y en la antigüedad clásica muchos de los datos sobre su persona estaban contaminados por la fabulación. Los testimonios son poco fiables y los más cercanos a su época son escasos y nada imparciales. Las mayor parte de las fuentes en torno a su vida son muy posteriores. Pero sí se puede constatar más allá de toda duda –además de su existencia histórica entre los siglos VI y V a.C.– tres aspectos clave que he querido destacar en el libro: su actividad filosófica en torno a la noción del alma inmortal; su fundación de un modo de vida propio, la vida llamada pitagórica, en una comunidad ascética y jerárquica –que ha sido comparada con un monasterio o una secta– y la influencia política de esta comunidad, que llegó a dominar varias ciudades de la Magna Grecia (el sur de la península itálica y Sicilia) hasta su final violento.
¿Qué mitos o leyendas no ha podido verificar?
Todas las leyendas en torno a sus poderes sobrenaturales –profecía, bilocación, conversación con animales o dominio de la naturaleza– son puramente literarias. Tampoco son verificables su dominio y patrocinio sobre artes diversas, médicas o retóricas. Pero hay que pensar en un contexto prolongado de escuela que produjo una fascinación creciente por la figura de este maestro mítico, tras su desaparición, y que, con el pasar de los siglos, se le iría atribuyendo todo tipo de invenciones para darles prestigio. Curiosamente, lo que la mayor parte del público considera su gran legado, es decir, la música y las matemáticas, o sea, la idea de que todo el universo es número y proporción, tampoco puede verificarse a ciencia cierta que fueran desarrollados por él sino que, probablemente, sean aportaciones de pitagóricos posteriores, desde Filolao y Arquitas hasta los neopitagóricos del helenismo y la edad romana.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]
Comentarios Muy interesante. Creo me será de utilidad en mi proyecto