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En la Salamanca del siglo XVI, dos son las élites que destacan: la del linaje y la de los hombres de letras. Ambas quedan reflejadas en la investigación que se realizó sobre las “Familias Maldonado y Fonseca en la noble ciudad de Salamanca”, que puede encontrarse en el nº 16 de ArtyHum.
Para las familias nobles era importante hacer gala de su notoria situación de privilegio, de lo que pueden encontrarse numerosos ejemplos en las ciudades de la época. La ciudad salmantina es buen ejemplo de ello, por lo que a través del estudio de distintos ejemplos, se podrá extraer una idea generalizada de lo que supusieron las familias nobles de la época, concretamente, los Fonseca y los Maldonado.
La vivienda noble
A partir de 1490, el Arzobispo Fonseca o sus agentes, realizan importantes compras de tierras en los alrededores de la ciudad de Salamanca, con objeto de reunir un fondo patrimonial.
La segunda mitad del siglo XVI y la primera del XVII fue un periodo cumbre para la inversión en casas, algo que llevaría a cabo la nobleza gallega y salmantina, como fue el caso de la familia Maldonado. En relación a esa cuestión, hay que hacer alusión a la casa-palacio señorial. La primera de las transformaciones que tiene lugar es el cambio de la «casa fortaleza» por la «casa palacio», y está protagonizada por la élite de los nobles y caballeros, aspecto éste que ha sido muy bien estudiado por Clara Isabel López Benito.
Las casas principales se trasladarán a la ciudad, y por su naturaleza representativa, como apunta Antonio Urquízar Herrera, se convertirán en “espejo de virtudes y espacio social”.
Para algunos tratadistas, una familia noble nunca debería dejar que se arruinasen, perdieran o incluso vendieran sus casas principales, puesto que la casa se consideraba un espacio generador de identidad para los miembros del linaje.
Linaje y Privilegios
En cuanto a los nobles del apellido Maldonado, hay que destacar que este linaje probó en repetidas ocasiones su Nobleza e Hidalguía ante las Reales Chancillerías de Valladolid y Granada, entre otras cuestiones, para llevar a cabo su ingreso en distintas órdenes militares.
En el siglo XVI, el clero y la nobleza eran los principales estamentos privilegiados. La familia Fonseca tuvo a muchos de sus miembros relacionados con el estamento religioso, como es el caso del Arzobispo Fonseca, algo que como es lógico, se hará notar en la época. Por ello, es necesario recordar que la base del poder se encontraba principalmente en las redes locales, las lealtades personales, los patronazgos y clientelismos.
En cuanto a los privilegios, encontramos como caso extremo el existente en una Capitular de la diócesis de Salamanca: el del arcediano D. Alonso de Fonseca (1484–1508), futuro arzobispo Alonso de Fonseca III, que llegó a disfrutar a lo largo de su carrera capitular de al menos 3 beneficios con cura y 55 beneficios sinecura y prestimoniales, naturalmente, gracias al favor de su padre, el Arzobispo Fonseca II.
“Medidas del Romano”, Diego de Sagredo.
Como se expone en el estudio, además de la vivienda y de la formación intelectual, otro signo de nobleza muy presente en la Edad Moderna fue el coleccionismo de obras de arte.
El autor Diego de Sagredo dedicó la obra “Medidas del Romano” al Arzobispo de Toledo, Alfonso de Fonseca, protector de artistas y literatos, bajo cuyos auspicios se construyó el claustro de San Jerónimo en Santiago, el Colegio de los Irlandeses en Salamanca, o la capilla de la Descensión y de los Reyes Nuevos de Toledo. Con ella pretendió poner «la sciencia de architectura» de los antiguos al alcance «de los oficiales que quieren imitar y contrahacer los edificios romanos», y transmitir el canon clásico, pero sin menoscabar las aportaciones de los modernos, en aspectos como el de las proporciones o la visión renacentista del hombre como centro del universo, fábrica perfecta y modelo de creación.
Nobles y testamento
En el caso de la familia Fonseca, las fuentes muestran los pasos llevados a cabo para asegurar el porvenir de los descendientes. Sirvan de ejemplo los esfuerzos por encaminar el futuro de Alonso de Acevedo y Zúñiga, posteriormente Conde de Monterrey, para el que se fundará un mayorazgo en 1504 con los bienes paternos y nuevas adquisiciones.
Se puede exponer también el caso de Antonio de Fonseca, cuyo heredero será Juan de Fonseca, miembro del Consejo Real en 1499. En relación a esta familia, Manuel Sendín Calabuig recoge en su obra “El Colegio Mayor del Arzobispo Fonseca” diversos fragmentos de interés.
En cuanto a los Maldonado, sirvan de referencia los casos de Da Aldonza Rodríguez de Ledesma, viuda del Dr. Arias Maldonado (11 abril 1474), y de Diego López de Tejeda (que otorgó testamento a 18 abril 1489). Ambos pueden leerse en la “Historia de Salamanca” de M. Villar y Macías. Otro caso muy distinto es el de Pedro Maldonado. Aquí sí hay testimonio de la desconfianza que sentía este caballero salmantino hacia su mujer, Da Helena de Paz. Es por ello que en 1526 la excluye de su herencia y de la gestión de su testamento, temiendo quizá la dispersión de sus bienes, pues Da Helena no había dado todavía un heredero al citado caballero.
Conclusiones
En cuanto al grado de influencia en que ambas familias nobles influyeron y/o condicionaron la evolución del urbanismo, la sociedad y el arte en la ciudad, la investigación ha permitido confirmar, partiendo de su patrimonio histórico artístico, que el peso de los Fonseca y Maldonado fue lo suficientemente notable como para establecer un signo de identidad y marcar el ritmo evolutivo del urbanismo, con la impronta de su sello personal, al igual que en lo referente a los aspectos artísticos y sociales del momento que nos ocupa.
En cuanto al devenir de la historia y los acontecimientos que en ella tuvieron lugar, en el caso de los Maldonado, el hecho de que alguno de sus miembros participara en el conflicto comunero en contra del monarca Carlos I dice mucho de la importancia que tuvo para la ciudad, independientemente del resultado desfavorable de la contienda.
Respecto a los Fonseca, gran estirpe de religiosos donde los haya, también influyeron notablemente en la vida urbana, solo que de otra forma totalmente diferente, ya que “aparentemente”, su condición religiosa así se lo exigía. El estatus de ambas familias era bueno, acorde a la situación económica del periodo, aunque no cabe duda que los Fonseca tuvieron una ramificación familiar, geográficamente hablando, mucho más extensa, llegando a ocupar puestos de elevada responsabilidad (como en el caso de la política en la que tomaron decisiones importantes), de lo que probablemente se beneficiarían en muchas ocasiones, al igual que sus seguidores y familiares, gracias al conocido trato de favor.
Los Maldonado, sin embargo, ocuparon una extensión mucho menor, restringiéndose al ámbito local de la provincia de Salamanca y alrededores, aunque no por ello fueron menos importantes. En conclusión, ambos linajes aportaron y contribuyeron mucho al patrimonio de la Salamanca de la Edad Moderna.
Por Dª. Beatriz Garrido Ramos
Directora artística y de contenido de ArtyHum. Coordinadora y responsable de proyectos. Doctorado en Historia, Historia del Arte y Territorio (EIDUNED).
Artículo publicado originalmente en ArtyHum #16
Bibliografía
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(2014): Contribución de los Tavares a la ciudad de Vigo en los ss. XVI y XVII. Nobleza gallega, el Marquesado de Valladares. Saarbrücken, Alemania: Editorial Académica Española.
(2015): “Familias Maldonado y Fonseca en la noble ciudad de Salamanca”. ArtyHum Revista Digital de Artes y Humanidades, nº 16, Vigo, Septiembre de 2015, pp. 125 y ss. Disponible en línea: https://www.artyhum.com/revista/16/#/126
LÓPEZ BENITO, C. I.:
(1983): Bandos nobiliarios en Salamanca al iniciarse la Edad Moderna. Universidad Pontificia de Salamanca: Centro de Estudios Salmantinos, pp. 72–93 y pp. 189–190.
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MARAVALL, J. A. (1998): Antiguos y modernos. Madrid: Alianza Ed., p. 476.
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