Las personas fuertemente identificadas con un grupo tienden a permanecer en él pese a los desafíos

La fusión de la identidad es una conexión visceral con un grupo que predice la disposición a realizar comportamientos extremos por el grupo. A pesar de los desafíos que puedan amenazar la lealtad a un grupo, las personas con alto grado de fusión no tienen intención de abandonarlo y se mantienen dispuestas a sacrificarse por él, según un estudio de la UNED.

La fusión de identidad es un sentimiento visceral de unión con el grupo que experimentan algunas personas y que puede motivar comportamientos extremos a favor del mismo. Según esta teoría, los lazos relacionales que se desarrollan en estos casos aumenta la predisposición de estos individuos a dar su vida por el grupo. Una investigación de la UNED señala ahora que, a pesar de los desafíos que amenazan la lealtad hacia el grupo, los individuos altamente fusionados no se plantean abandonarlo y seguirían dispuestos a dar su vida por él.

Para el estudio, llevado a cabo en España, los expertos analizaron las reacciones de los participantes ante tres acontecimientos relevantes: un famoso caso de corrupción que involucraba a la Familia Real, la convocatoria del referéndum en Cataluña y las elecciones municipales de 2015, donde la coalición pro-independencia consiguió un gran número de votos. Los valores de fusión de los participantes se midieron a través de la escala verbal de fusión antes y después de cada acontecimiento, para conocer de este modo el efecto de la amenaza. Se evaluó también la disposición a luchar y morir por el grupo (España), así como la percepción sobre los lazos que unen al participante con el país en su conjunto (lazos colectivos) y con el resto de españoles (lazos relacionales).

Los resultados mostraron que los retos y amenazas que se cernían sobre el grupo afectaron a las personas con alto grado de fusión, pero no a quienes estaban poco fusionadas con España. Ahora bien, mientras determinados aspectos de su alineación con el grupo se vieron debilitados, los lazos relacionales (aquellos que llevan a percibir a los demás miembros del grupo como si fueran familiares) y otros aspectos como el respaldo al comportamiento del grupo permanecieron estables: «aunque los lazos colectivos se debilitaron a raíz de las amenazas existenciales hacia el grupo, los lazos relacionales no lo hicieron» explica Alexandra Vázquez, autora principal del estudio: «los cambios en los valores de fusión no se vieron acompañados por la correspondiente disminución en la agencia personal y el deseo de luchar y morir por el grupo, ni tampoco aumentó la intención de abandonar el grupo».

Si se aspira a debilitar esa fusión, como ocurre con determinados grupos sociales sobre los que se está poniendo el foco, las conclusiones de este estudio ponen de manifiesto la magnitud de la tarea: «intentar reducir la lealtad de determinadas personas hacia grupos considerados problemáticos como ISIS o Al Qaeda podría ser una tarea desalentadora» señala Ángel Gómez, director del Grupo de Psicología Social de la relaciones intra e intergrupales y de la identidad social de la UNED. «Socavar los lazos colectivos que subyacen a los sentimientos de fusión parece ser insuficiente para promover un cambio significativo en la vinculación de estos individuos con su grupo. La investigación debería explorar si debilitar los lazos relacionales que sostienen la fusión con el grupo pueden producir cambios de comportamiento significativos» concluye el investigador.