¿Por qué te decantaste por las ciencias agrarias?

Pues la verdad es que todo comenzó porque a mí en bachillerato me gustaban mucho las asignaturas técnicas, como física y matemáticas, y por otro lado siempre me ha gustado mucho la biología, pero en las carreras de ingeniería más tipo industrial me faltaba la parte de biología y en las carreras más de “ciencias” me faltaban “más números”. Así que en segundo de bachillerato buscando planes de estudios encontré la carrera de Ingeniería Técnica Agrícola y pensé que podía ser una buena opción que aunaba los dos componentes, así que comencé un poco por probar pero desde el primer momento me encantó, así que una vez que terminé “técnicos” hice la ingeniería superior en la Universidad de Lleida.

¿Y cómo acabaste dedicándote a la investigación?

En el último año de universidad hice mi Trabajo Final de Carrera con el grupo de Carlos Cantero Martínez con el que, además, estuve trabajando como becario de investigación con una beca de introducción a la investigación del Ministerio de Educación. Ahí es cuando se me despertó el gusanillo de la investigación, porque pude experimentar un mundo más científico, diferente al día a día de la carrera, que era todo más teórico… Antes había hecho mi Trabajo Final de Carrera de Ingeniería Técnica sobre técnicas de agricultura de conservación y erosión de suelo, por lo que  cuando busqué el tema para mi Trabajo de Fin de Carrera de Ingeniero Agrónomo, como me había gustado el que hice en la técnica, busqué algo similar y trabajé también en siembra directa y rotaciones de cultivo. Y claro, una cosa te lleva a la otra, ¿no?, por lo que cuando terminé de trabajar con el grupo de Carlos [Cantero], que trabajaba mucho con José Luis Arrúe, Profesor de Investigación en la Estación Experimental de Aula DEI [centro del CSIC en Zaragoza], me comentó que este grupo en Zaragoza buscaban una persona para hacer el doctorado y que creía que yo podía encajar en el perfil, y así es como me metí y acabé haciendo mi tesis doctoral sobre secuestro de carbono en sistemas agrícolas de secano árido del valle del Ebro.

¿Cómo se consigue a través de la agricultura secuestrar carbono atmosférico?

La agricultura, y en concreto los suelos agrícolas, tienen la capacidad de secuestrar CO2 atmosférico e incorporarlo en estos suelos. El secuestro de carbono se consigue gracias al proceso de fotosíntesis vegetal por el cual las plantas “generan” su propio alimento. Uno de los compuestos que se necesitan para hacer la fotosíntesis y para que la planta pueda generar sus propios carbohidratos, es del dióxido de carbono (CO2) atmosférico. Entonces, ese carbono (C) del CO2 atmosférico, se incorpora como carbohidrato estructural de la planta. Cuando esas plantas maduran y mueren, parte de sus residuos se incorporan al suelo. Por tanto, interesan estrategias de manejo que generen la mayor cantidad de residuos posible y conseguir que estos se mantengan durante el mayor tiempo posible en el suelo, para así secuestrar carbono.

¿Cuáles son esas técnicas de manejo?

Pues bien, principalmente, técnicas de manejo que incrementen esa cantidad de residuos vegetales generados durante los cultivos, o bien prácticas que disminuyan la descomposición de ese carbono orgánico que hay en el suelo. Un ejemplo de prácticas que incrementan los niveles de material vegetal,y por lo tanto de residuos, es el regadío: no es lo mismo la cantidad de material vegetal que se va a producir en una hectárea de trigo cuando lo tenemos en condiciones de secano que cuando lo tenemos en condiciones de regadío. Otra práctica de manejo es el laboreo de conservación, o la llamada agricultura de conservación, como las técnicas de siembra directa en las cuales eliminamos el laboreo, que en nuestros sistemas favorecen dos cosas: por un lado, en secano, incrementan los rendimientos, y por tanto incrementan los residuos que se generan, ya que estas prácticas lo que permiten es una cubierta vegetal en el suelo y por tanto se disminuye la evaporación y la pérdida de agua del suelo a la atmósfera, así que acumulan más agua y esto lleva a un incremento en la producción final y en los residuos que vuelven al suelo; y por otro lado, lo que hace es que disminuye la descomposición o la mineralización de los residuos en el suelo, de tal manera que lo que hace al final es disminuir las pérdidas de ese carbono que está almacenando en el suelo, tienen ese doble componente.

¿Podría la agricultura de conservación ayudar a frenar la desertificación de los suelos?

La agricultura de conservación es un compendio de técnicas que tienen un papel importante y que están orientados a mejorar la calidad de los suelos, mejorar la biodiversidad y las funciones y servicios que ejerce el suelo. Entonces, en la agricultura de conservación se está hablando principalmente de técnicas de siembra directa y de favorecer la diversidad, es decir, las rotaciones de cultivo. Así que el favorecer esa sinergia de por un lado no tocar el suelo y por otro las rotaciones pues tiene un efecto muy beneficioso en los suelos. Y lo que se está viendo es que en suelos con un historial importante en agricultura de conservación mejoran los índices relacionados con la biodiversidad, es decir, hay más presencia de lombrices, mayor diversidad microbiológica, se optimiza el reciclado de nutrientes, la fertilidad natural del suelo… Y todo esto, lógicamente, es un mejor funcionamiento del suelo que al final se revierte en los rendimientos y en los cultivos. Y cabe recalcar que hay una conciencia importante a nivel de agricultor sobre la importancia de mantener el recurso suelo. Solamente hay que ver las estadísticas de superficie bajo técnicas de siembra directa en España y el incremento que han tenido en los últimos años, debido principalmente a la concienciación de los agricultores de que es necesario conservar el suelo como un recurso, porque ellos son los mayores beneficiarios de que el suelo funcione de la mejor manera posible y esté en buenas condiciones y tenga buena calidad.

¿Cuál es el estado actual de los suelos agrarios en España y cómo ha influido la Política Agraria Común (PAC)?
En el pasado, la Política Agraria Común, así como la coyuntura agraria, han tendido a favorecer los monocultivos, lo que ha tenido unos impactos en el sistema y en la calidad de los suelos. Básicamente,esto ha acelerado el agotamiento de los recursos y por tanto el agricultor para restituir ha tenido que aplicar una gran cantidad de insumos. En la última reforma de la PAC se estableció un complemento, el llamado greening,que lo que intenta es revertir eso, es decir, favorecer la diversificación de los cultivos y la adopción de rotaciones en las explotaciones agrarias europeas. Hay que reconocer que la aplicación en España del greening ha sido muy beneficiosa porque hemos pasado en muchas zonas cerealistas de ser monocultivos puros a haber cada vez una mayor diversidad de cultivos, principalmente de leguminosas. Y esta combinación de cereal y leguminosas es muy beneficiosa porque estamos hablando de especies vegetales completamente diferentes, y por tanto nos permiten optimizar nuestra estrategia de lucha contra plagas, enfermedades y malas hierbas, por lo que la utilización de fitosanitarios es mucho más baja. Y en el caso específico de las leguminosas, que tienen la capacidad de fijar nitrógeno atmosférico mediante las asociaciones con Rhizobium, lo que nos permite es disminuir los aportes de nitrógeno que se hacen en los suelos agrícolas, y esto tiene un impacto bastante importante ya que los excesos de nitrógeno en los sistemas son una fuente importante de contaminación tanto de aguas subterráneas, como ambiental en términos de cambio climático y de emisión de gases de efecto invernadero. Por lo que es un beneficio no solo a nivel de suelo, sino a nivel de ecosistema.

Los suelos agrícolas juegan un papel fundamental en el secuestro de carbono. (Fotografía- Jorge Álvaro Fuentes)

¿Qué papel juega la agricultura en la lucha contra el cambio climático?

Hay muy pocas actividades que tengan la capacidad de secuestrar CO2 atmosférico, y la agricultura es una de ellas. El secuestro que genera la agricultura es muy rápido en comparación con otras tecnologías que están desarrollando a nivel industrial. Simplemente el pasar de una hectárea de terreno en la que se está labrando, que lleva un historial de laboreo importante y cambiar a siembra directa, en muy pocos años podemos ver un incremento de carbono orgánico y, por tanto, de secuestro de carbono. Aparte, es una tecnología que el coste económico es mínimo, simplemente estamos hablando de cambiar de sembradora, a diferencia de las tecnologías industriales donde el coste económico es altísimo. Entonces, determinadas técnicas agrícolas nos permiten a un corto plazo y a un mínimo coste,tener la capacidad de secuestrar grandes cantidades de carbono, de ahí la Iniciativa 4 por 1000, que surgió en la COP de 2015 en París a propuesta del Gobierno francés. La Iniciativa 4 por 1000 busca favorecer el secuestro de carbono de los suelos a nivel mundial como medida de mitigación directa y reducción de los niveles de CO2 en la atmósfera y se llama así porque se estimó que si la sociedad era capaz de incrementar el nivel de carbono orgánico de los suelos en un 0,4% cada año, a nivel global seríamos capaces de compensar las emisiones de CO2 de otros sectores. De ahí sale ese valor y esa iniciativa denominada 4 por 1000 de la que forman parte varios gobiernos, entre ellos el español, y diversas entidades y organizaciones. Desde mi punto de vista, es una iniciativa que más que alcanzar los números o las cantidades, lo que busca es la sensibilización, ya que el valor de 4 por 1000 es muy teórico y trasladado a condiciones particulares, es muy difícil aproximarse a ese valor. También hay que tener en cuenta que acumular carbono orgánico en el suelo debido a un cambio de manejo de uso del suelo, tiene sus limitaciones, ya que los suelos no almacenan carbono de manera infinita, sino que tienen una capacidad limitada, y en función del suelo y las condiciones y la estrategia de manejo, esa cantidad cambia. Además, aparte de estas limitaciones, hay mucho desconocimiento todavía, aún falta recopilar muchos datos. En estudios que hemos hecho en nuestro grupo de investigación, hemos visto que esa capacidad de secuestro varía, dependiendo de la zona, la práctica de manejo, el sistema de cultivo,etc… por lo que son condiciones muy localistas y es muy difícil hacer un cálculo global. Lo que ha permitido la Iniciativa 4 por 1000 es que los gobiernos y los decisores políticos incluyan en la agenda los suelos y la capacidad que tienen de secuestrar carbono, porque hasta ahora no se tenía en cuenta.

¿En qué proyectos estás trabajando ahora?

Ahora estamos en dos proyectos importantes, uno nacional y otro de financiación europea a través del programa Horizonte 2020(proyecto Diverfarming). En ambos estamos evaluando los efectos que tiene la diversificación de cultivos, es decir,el cambiar de monocultivos hacia sistemas diversificados con distintas especies, en el impacto no solo agronómico sino también los beneficios que tiene en la calidad de los suelos y en las funciones de los suelos.

Eres socio fundador de la Red Científica Remedia, que agrupa a investigadores de toda España que trabajan en la mitigación de gases de efecto invernadero en el sector agroforestal. ¿Cómo surgió la creación de esta red?

La Red Remediafue una idea de varios investigadores que materializó Agustín del Prado, del Basque Centre forClimateChange (BC3), y que empezó a funcionar no oficialmente en el año 2011, no como red, sino como una reunión de investigadores en la Universidad Politécnica de Madrid en la que estaríamos 8 o 9 investigadores que trabajamos en mitigación en sistemas agrarios, y de ahí salió la red. Empezamos a hablar de lo que había, de lo que faltaba, de hacia dónde tenía que ir la ciencia en este sentido y de ahí empezó a tomar forma la red. Yo creo que el punto de partida como red fue el primer Workshop que organizó el BC3 en Bilbao en 2012, y de ahí ya ha ido creciendo en cuanto a gente, a actividades generadas… Este año fue en Lugo el sexto Workshop que hemos organizado, y, en cuanto a número de participantes, siempre estamos en torno a los 80 asistentes, que está muy bien, porque hay que tener en cuenta que es una red nacional, que los workshops son en español y sobre un tema muy concreto como es la mitigación en sistemas agrarios, y aún con todo ha habido años que hemos pasado de 100 participantes. También tenemos bastante actividad en redes sociales, y luego hemos hecho dos números especiales en revistas científicas de impacto. También a raíz de la Red Remedia ha surgido la Red Nueva que es una red financiada por el Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades. El propósito de la Red Nueva es optimizar los factores de emisión en sistemas agrarios en España.

La investigación es un trabajo que precisa de mucha dedicación, sobre todo si eres un gran apasionado de lo que haces, como es tu caso. ¿Consigues conciliar la vida personal y tu trabajo como investigador?

Esta es la pregunta más difícil [risas]. No, sí que se consigue. A mí me gusta mucho mi trabajo, y disfruto mucho. Yo soy de los que opina que cuando te gusta tu trabajo es más fácil conciliar la vida personal y la laboral. Mi pareja también es una apasionada de su trabajo, así que en ese sentido, la conciliación es más sencilla. En nuestro caso, por ejemplo, aunque hay excepciones, intentamos que los fines de semana sean nuestros, así que cuando llega el viernes por la noche, intento apagar el portátil y no lo enciendo hasta el lunes por la mañana. Intento hacerlo, y es una máxima que no siempre cumplo ya que si tengo fechas límite o un trabajo muy importante, me resulta difícil cumplirla.

Suelos con un historial importante en agricultura de conservación mejoran los índices relacionados con la biodiversidad. (Fotografiía – Jorge Álvaro Fuentes)