“La nutrición está siendo uno de los factores clave a la hora de determinar cómo puede evolucionar la enfermedad de Alzheimer o si se puede retrasar la aparición de la misma”

La Unidad de Cultura Científica entrevista a César Venero, investigador del Centro de Investigación de la Neuropsicobiología de la Cognición de la UNED. Actualmente están estudiando si la administración diaria de un suplemento en la dieta con fosfolípidos de origen lácteo puede favorecer la función cognitiva en personas mayores.

Unidad de Cultura Científica. ¿Qué se entiende por deterioro cognitivo leve?

César Venero. Es un síndrome en el que la función cognitiva del sujeto está por debajo de lo que cabe esperar teniendo en cuenta su edad y su nivel educativo. No obstante, este menor rendimiento cognitivo no afecta significativamente a la capacidad de la persona para realizar las actividades de la vida diaria. Se podría decir que una persona que muestra deterioro cognitivo leve se encuentra en un estadio intermedio entre una función cognitiva normal y una demencia.

¿Cómo afecta este síndrome a los distintos procesos cognitivos?

A finales de los años 90,  Petersen y colaboradores comenzaron a utilizar el término deterioro cognitivo leve para indicar que un sujeto mostraba problemas de memoria, pero sin presentar demencia. Posteriormente, se amplió el concepto indicando que también debía estar afectada alguna otra función cognitiva como puede ser el lenguaje, la percepción o las funciones ejecutivas como la planificación, la toma de decisiones, la flexibilidad mental, etc. Actualmente se puede clasificar el deterioro cognitivo leve en 3 tipos según qué tipo de funciones cognitivas se vean afectadas. Así, cuando únicamente se observa un deterioro de la memoria, se habla de deterioro cognitivo leve de tipo amnésico. Cuando la memoria no está afectada, pero sí lo están otras funciones cognitivas se habla de deterioro cognitivo leve de tipo no amnésico. Por último, si tanto la memoria como otras funciones cognitivas muestran un déficit, estamos ante un deterioro cognitivo multidominio.

¿El proceso de deterioro cognitivo es igual en todos los afectados?

Distintos estudios clínicos indican que no. Así, la probabilidad de que una persona que haya sido diagnosticada con deterioro cognitivo leve pueda evolucionar hacia un tipo de demencia como la enfermed de Alzheimer depende del tipo de deterioro cognitivo que muestre. Se ha observado que las personas que tienen un deterioro cognitivo de tipo amnésico o multidominio tienen mayor probabilidad de evolucionar a lo largo de los años hacia una demencia de tipo Alzheimer. No obstante, cabe señalar que no todas las personas diagnosticadas con deterioro cognitivo leve evolucionan hacia una demencia. Existen personas que mantienen una función cognitiva algo deteriorada, pero estable a lo largo del tiempo, e incluso hay un pequeño porcentaje de personas con deterioro cognitivo leve que pueden volver a mostrar una función cognitiva normal. Cabe señalar que antes de realizar un diagnóstico, es importante analizar posibles factores clínicos que pueden alterar transitoriamente la función cognitiva como puede ser estar recibiendo alguna medicación, haber sufrido un ictus, o padecer un trastorno depresivo.

¿Qué relación hay entre el deterioro cognitivo ligero y la enfermedad de Alzheimer?

La enfermedad de Alzheimer no aparece de repente. Distintos estudios clínicos en los que se realizan análisis bioquímicos del líquido cefalorraquídeo y técnicas de neuroimagen han puesto de manifiesto que la patología neural característica de la enfermedad de Alzheimer, formación de placas de beta-amiloide y ovillos neurofibrilares de proteína-tau, comienza a desarrollarse alrededor de veinte años antes de que aparezcan los primeros síntomas. Sin embargo, no todas las personas que muestran una patología cerebral característica de esta enfermedad van a mostrar los síntomas cognitivos a la misma velocidad, ni se puede predecir exactamente a qué edad lo desarrollarán. Lo que sería deseable es conseguir tener un diagnóstico precoz y preciso de la existencia de deterioro cognitivo leve con riesgo de desarrollar una demencia de tipo Alzheimer a partir de una combinación de pruebas neuropsicológicas y clínicas.

¿Qué sabemos de las causas que propician esta patología?

En el caso de la enfermedad de Alzheimer de aparición temprana, que aparece alrededor de los 40 años, hay unas causas determinadas genéticamente por ciertas mutaciones, pero estos casos representan menos del 5% de todos los casos de la enfermedad de Alzheimer. En general, en la sociedad se habla casi siempre de la enfermedad de Alzheimer de aparición tardía, que suele aparecer a partir de los 65 años y que tiene un cierto componente genético que predispone a desarrollar la enfermedad, pero en el que también intervienen muchos factores ambientales que, según se está viendo, juegan un papel muy importante en la aparición y progreso de esta enfermedad. Por tanto, no hay un único factor a tener en cuenta.

¿Cómo se lleva a cabo el trabajo de investigación con personas mayores?

Siempre que se hace un estudio de investigación con personas, tiene que tener su aprobado por un Comité de Bioética en el que se detalla el tipo de pruebas que se quieren realizar, el procedimiento, y la edad de los sujetos que participarán. Además, lo sujetos deben ser debidamente informados y dar su consentimiento. Nosotros, como investigadores, cuando realizamos un estudio con personas mayores, tenemos en cuenta que pueden existir circunstancias especiales como pequeños problemas de visión que puede requerir que sea necesario utilizar un cuestionario con una letra suficentemente grande para que la persona pueda leerlo sin dificultad, o utilizar tests neuropsicológicos que estén adaptados y validados para población mayor. Además, es importante tener en cuenta el tipo de medicación que esa persona pueda estar tomando por si pudiera afectar a los resultados finales de la investigación.

¿Qué tipo de marcadores biológicos están ayudando a predecir el deterioro cognitivo?

Hoy en día, existen técnicas de neuroimagen como la tomografía por emisión de positrones que permiten visualizar si existe un grado significativo de acumulación de beta-amiloide y proteína tau en el cerebro de una persona de la que se sospecha que pueda tener una demencia de tipo Alzheimer. También existen pruebas para detectar los niveles de beta-amiloide y proteína tau en el líquido céfalorraquídeo. Estas pruebas ayudan a definir la progresión de la enfermedad. Junto a ello, a través de estudios de proteómica y lipidómica, se está intentando averiguar qué proteínas y lípidos pueden estar alteradas en la enfermedad de Alzheimer que ayuden a explicar los procesos de neuroinflamación que se producen en esta enfermedad.

¿Cómo influyen los factores nutricionales y ambientales?

La nutrición está siendo uno de los factores clave a la hora de determinar cómo puede evolucionar esta enfermedad o si se puede retrasar la aparición de la misma. Multitud de estudios certifican que una dieta saludable es un factor ambiental a tener en cuenta para evitar o retrasar la aparición de una demencia como la vascular o la de tipo Alzheimer. La dieta mediterránea por ejemplo, donde se utiliza habitualmente aceite de oliva, y se consumen tanto pescado azul, rico en omega 3, así como gran variedad de frutas y verduras que aportan polifenoles, no sólo son cardiosaludables, sino que además preserva la función cognitiva de las personas mayores. Actualmente se está investigando en qué medida estos compuestos de la dieta son beneficiosos porque producen un efecto directo sobre los procesos neuropatológicos específicos que tiene lugar en la enfermedad de Alzheimer o por el mero hecho de que son cardiosaludables y mejoran el flujo sanguíneo al cerebro. Actualmente, nuestro grupo de investigación está llevando a cabo un estudio clínico doble ciego en colaboración con los equipos de investigación del Dr. Javier Fontecha, en el Instituto de Investigación en Ciencias de la Alimentación (CIAL) y del Dr. Francesco Visioli del Instituto IMDEA- alimentación. El objetivo de nuestro estudio es investigar si la administración diaria de un suplemento en la dieta con fosfolípidos de origen lácteo puede favorecer la función cognitiva en personas mayores.  Por último, cabe señalar que está ampliamente demostrado que un factor ambiental muy importante para conservar la función cognitiva en las personas mayores es mantener la actividad cognitiva a lo largo del tiempo; esto puede realizarse de diversas maneras, ya sea aprendiendo un idioma, a tocar un instrumento musical, o asistiendo a cursos universitarios como los que se llevan a cabo en el Programa de UNED Senior basados en la premisa del aprendizaje a lo largo de todo el proceso vital.

¿Cuáles han sido los últimos avances en este área?

Contínuamente se están realizando progresos desde distintas disciplinas. Por ejemplo, en el diagnóstico por neuroimagen se han logrado avances tecnológicos que permiten obtener imágenes con mejor resolución y nuevos compuestos que ayudan a visualizar cuál es el grado de la patología neural de esta enfermedad. También existen nuevos avances en estudios con resonancia magnética funcional, electroencefalografía y magnetoencefalografía que están poniendo en evidencia que hay distintos patrones de conectividad cerebral en personas que tienen deterioro cognitivo leve, y que posiblemente evolucionarán hacia la enfermedad de Alzheimer, en comparación con personas cognitivamente sanas. Además, los estudios de proteómica están permitiendo identificar proteínas en las que se producen modificaciones específicas que se relacionan con la aparición y progreso de la enfermedad de Alzheimer. Por último, cabe mencionar que un estudio publicado recientemente en la prestigiosa revista Nature Neuroscience en la que se ha mostrado que la reducción del flujo sanguíneo en el cerebro de ratones transgénicos que se utilizan como modelos de la enfermedad de Alzheimer es debida a que un tipo de glóbulos blancos (los neutrófilos) se adhieren al interior de los vasos sanguíneos más pequeños del cerebro. La mayor relevancia de este estudio es que los autores han observado que cuando impiden que se produzca esta adhesión de los neutrófilos a los capilares sanguíneos, aumenta el flujo sanguíneo al cerebro y, además, mejoran las capacidades de aprendizaje y memoria de los animales. Esto hace pensar que pronto pueda haber algún nuevo tratamiento farmacológico para mejorar el flujo sanguíneo del cerebro en personas que padecen la enfermedad de Alzheimer.