La importancia de los estudios de impacto ambiental al luchar contra el cambio climático

Un estudio de la UNED evidencia que las medidas adoptadas contra el cambio climático fallan a la hora de analizar los impactos medioambientales de las migraciones y de la adaptación.

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Se está dejando de lado la ciencia frente a las prioridades económicas y sociales y eso puede estar empujándonos a tomar las medidas incorrectas mientras intentamos afrontar un problema como el cambio climático, de carácter medioambiental y, por tanto, científico. Tener ideas preconcebidas y acientíficas sobre lo adecuadas que pueden ser las medidas tomadas para adaptar una zona geográficas a los efectos del cambio climático podría estar llevando a que las decisiones que se tomen no sean las mejores en cada caso. Al menos esta es una de las principales conclusiones del trabajo publicado por los investigadores del Grupo de Catálisis no convencional de la UNED, con Álvaro Enríquez de Salamanca a la cabeza, titulado ‘Enviromental Impacts of Climate Change Adaptation‘ (Impacto Medioambiental de la Adaptación al Cambio Climático).

En el mismo se analizan, mediante una exhaustiva revisión de trabajos y publicaciones tanto de literatura académica como no convencional, las diferentes medidas mencionadas en ellos y publicadas tanto en revistas científicas como en conferencias y en medios institucionales.

Hablamos de adaptación al cambio climático al referirnos a un proceso de ajuste al clima y que puede llevarse a cabo de una enorme cantidad de maneras (estructurales, institucionales, sociales…). Este tipo de adaptación no ocurre sólo frente los efectos del actual cambio climático antropológico (causado por el ser humano) sino que puede ser también la respuesta a un cambio climático natural como los que ha habido en muchas ocasiones a lo largo de la historia, pero los efectos de ambos son parecidos, por lo que esta respuesta será similar.

Un campo en el que confluyen tantos factores (científicos, económicos, sociales, políticos…) como es el de la adaptación del medio al cambio climático, ha sido, obviamente, muy estudiado hasta la fecha. Sin embargo, y pese a que ha desarrollado una importante respuesta institucional sobre el cambio climático y las medidas a tomar contra él, como por ejemplo las de la Unión Europea (EAI Directive) o Estados Unidos (CEQ), los investigadores ponen en claro que estas medidas fallan a la hora de analizar los impactos medioambientales de las migraciones y de la adaptación.

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Especialmente este último punto recibe muy poca atención política, lo cual empujó a este grupo de investigación a realizar el análisis de literatura que dio lugar al citado trabajo. “Nuestro estudio se centra en la Evaluación Ambiental, como la herramienta que disponemos para incorporar los aspectos ambientales en cualquier actuación de cierta envergadura. Pero, primero tendrá que haber un reconocimiento de la existencia del cambio climático, que las encuestas en nuestro país dan como mayoritario, después situar el asunto entre las prioridades, algo de lo que estamos lejos aún como para que se planifiquen y adopten medidas de mitigación y adaptación. Junto con ese procedimiento se deberá discutir qué costes, económicos, sociales y ambientales suponen y qué alternativas existen”, comenta Rubén Díaz Sierra, uno de los autores del trabajo. Cuando preguntamos al autor principal del estudio, Álvaro Enríquez de Salamanca, sobre si se decidieron a realizar este estudio debido a que conocían ya de antemano la ausencia de preocupación sobre los problemas medioambientales secundarios derivados de los métodos de adaptación al cambio climático, responde que “fue algo que descubrimos al analizar medidas de adaptación. En algunos casos se estaban proponiendo como soluciones actuaciones que resultaban discutibles ambientalmente, o que podrían tener impactos indeseados, sin ninguna referencia a ello. También nos llamó la atención la falta de consideración de estos impactos en documentos como los informes del IPCC. Por ello decidimos profundizar en la materia”. IPCC son las siglas del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático.

Para este estudio realizaron una búsqueda en la que pusieron el foco en la forma en la que se aborda esta adaptación, en el impacto medioambiental de ésta y en las medidas tomadas al respecto. Tras un fuerte filtrado con un estricto criterio de selección que ellos mismos reconocen que puede haber dejado fuera documentación válida, seleccionaron 120 documentos que, sin embargo, consideran que son una buena muestra representativa, ya que geográficamente contienen, entre todos, información de lugares repartidos por todo el planeta, incluso los más remotos, con documentos de organizaciones como la ONU o el Banco Mundial, y cubriendo un amplio espectro de medidas de adaptación (de hecho llegan a contar con 32 medidas diferentes) pese a que, como cuentan en la publicación, en ocasiones les resultó difícil acceder a cierta información.

En los documentos se encontraron con que se veían definidas las medidas como fuertes o suaves, pese a que no existe una definición clara de lo que esto significa, y una vez analizados, descubrieron una clara preponderancia de una aproximación técnica, por encima de la social o económica y, en mucha menor medida, una aproximación desde un punto de vista medioambiental. También notaron que las medidas eran, por lo general, adoptadas de forma reactiva, acomodándose a una situación ya existente, en vez de preventiva. Enríquez de Salamanca opina que “actualmente existe un profundo conocimiento científico sobre el tema, pero la adaptación al cambio climático exige inversiones, y esas inversiones implican dedicar fondos a este tema en lugar de a otros. Es un problema de los políticos, pero quizá también de una sociedad que quizá no esté suficientemente concienciada de este problema. Solo cuando se producen catástrofes se decide actuar para evitar que se repitan; en España, y en todo el mundo.”

Curiosamente, hallaron que en hasta un 41% de las medidas catalogadas en las publicaciones como suaves, éstas tenían potencialmente un impacto significativo. Los propios autores resaltan que la definición de suave no tiene por qué significar sin impacto ambiental. La gran mayoría de las medidas, de todos modos, eran fuertes. Pero lo más importante con respecto al medio ambiente es que sólo el 15% de las medidas de adaptación mencionaban el impacto medioambiental, y la mayoría de éstas, de un modo superficial, con lo que se demuestra que hay una enorme falta de atención a las medidas medioambientales dentro de las propias medidas de adaptación al cambio climático. Pensemos en lo que esto significa: La adaptación contra el cambio climático, aunque reduciendo los efectos indeseados de éste, puede crear problemas medioambientales en sí misma, y, de acuerdo a los hallazgos de este estudio, estos están siendo mayormente ignorados en la literatura especializada sobre el tema. Como hemos dicho, los factores que se tienen en cuenta contra este problema medioambiental son técnicos, sociales, económicos… pero apenas se está contando con los posibles problemas medioambientales relacionados. Contradictorio, ¿no?

“Actualmente hay una enorme producción científica sobre todo tipo de aspectos del problema, pero actuar preventivamente requiere primero de una opinión pública favorable (por ejemplo, que haya sido adecuadamente educada y no dejada en una confusa desinformación) y unos políticos responsables y valientes”, reitera Díaz-Sierra. El hecho de que en el estudio se hayan tenido en cuenta sólo aquellas medidas que pueden potencialmente causar problemas medioambientales adicionales y que, pese a ello, se obtengan sólo estos resultados, es cuanto menos preocupante. De

hecho, irónicamente, tratándose de medidas tomadas contra un problema global, se está volviendo a caer en el error de no tener una visión global sobre ellas y éstas están siempre enfocadas a solventar problemas específicos. Se reincide en uno de los mayores problemas de la ciencia en el siglo XXI: El exceso de especialización no permite la resolución de un problema global con una respuesta multidisciplinar como la que es necesaria para abordar aquello relacionado con el cambio climático.

De todos modos, en un mundo en el que nuestros políticos niegan el cambio climático, si ya es difícil conseguir captar la atención de las instituciones para luchar contra los efectos de éste con medidas de adaptación, más difícil será que se le preste atención a los posibles problemas medioambientales causados por estas medidas, y más teniendo en cuenta que (aunque a algunos todavía les cueste verlo) los problemas del cambio climático son claramente visibles, mientras que los causados por las soluciones contra este pasan, de momento, desapercibidos. En palabras del propio Enríquez de Salamanca «No tengo claro que el mundo político dude del cambio climático, ni siquiera muchos negacionistas. Simplemente no se está dispuesto a realizar los cambios e inversiones que implica la mitigación y adaptación al cambio climático, por los costes que conlleva. Una sociedad con menor contribución al cambio climático, debería cambiar su actual modelo de desarrollo y bienestar, y eso es complejo. Pienso que el problema es el cortoplacismo de los políticos.”

La dificultad que está encontrando el mundo de la ciencia al intentar convencer a las instituciones de lo urgente que es tomar medidas de adaptación contra el cambio climático, está dejando prácticamente de lado el debate sobre si éstas son buenas en sí mismas. Esto, unido a que se da por hecho que son mejores que la opción de no tomarlas, está enterrando la discusión sobre los problemas derivados de estas medidas de adaptación. Y mientras este debate no está pasando, se siguen tomando medidas reactivas a los problemas ya existentes en vez de preventivas, que resultarían más adecuadas y menos dañinas: “La adaptación es una solución muy parcial; se adaptan los sistemas a los impactos del cambio climático, pero no se reduce el cambio climático. Para lograr esa reducción es preciso adoptar medidas de mitigación”, confirma Enríquez de Salamanca. Los autores reconocen que ante los problemas ya existentes no hay un camino a seguir, sino que se han de investigar a fondo los diferentes escenarios y tomar medidas específicas para cada caso y situación.

Resulta también llamativa otra de las conclusiones del estudio, que dice que la existencia de diferentes apreciaciones de la sociedad sobre lo buenas o malas que son ciertas medidas concretas de adaptación lleva a que se tomen ciertas decisiones que, desde un punto de vista científico, no son necesariamente las mejores. Que una medida sea buena o mala debería de decidirse tras una fuerte investigación, no por ideas preconcebidas sin base científica. Las posibilidades suelen ser muchas y dependen de las condiciones puntuales de cada problema y, sobre todo, de en qué estadio del problema nos encontremos, siendo normalmente el timing el que empuja hacia unas opciones, otras, o ninguna.

En conclusión, los autores del trabajo consideran que los problemas derivados de las medidas tomadas para la adaptación del cambio climático son tomados muy a la ligera cuando no completamente ignorados, en parte porque se suele poner el foco en las perspectivas económicas, técnicas y sociales de estas medidas mientras que el enfoque medioambiental se reduce al problema primario del cambio climático, y en parte porque hay una visión social y política de que las medidas de adaptación al cambio climático son, en sí mismas, algo bueno, especialmente aquellas que parecen suaves.

El ignorar estos problemas puede estar llevando a tomar malas decisiones de las que nos arrepintamos en el futuro. Es por ello que con este estudio se quiere hacer ver que, pese a que las evaluaciones de impacto medioambiental son una herramienta muy útil, las regulaciones institucionales al respecto no están utilizándolas apropiadamente. Tenemos a nuestra disposición conocimientos para realizar los adecuados estudios de impacto ambiental sobre las medidas de adaptación, así que, ¿Por qué no utilizarlos?